Yo no sé cómo es crecer en el exilio
pero lo imagino como el desgarro
de dos orillas que arrastran recuerdos
confundidos, alterados, mezclados;
cómo no ser de aquí, ni ser de
allá, ser de acullá...
cómo soñar un edificio
típico de una ciudad clavado en otra,
cambiar de paisaje traspasando una puerta...
cerrar los ojos y volver a llenar la boca
con el sabor lejano....
el recuerdo invariable de esa cara al que
el tiempo no le llega....
también las noches tratando
de encontrar una explicación....
sentirse extranjero en terruño propio,
o simple pasajero en tránsito
permanente...
¿existirá un lugar en el mundo? ¿habrá muchos?
¿el exilio es el pago por el pecado original?
lau
1 comentario:
Muya!
Se me ocurre que estemos donde estemos (sea por motus propio o por otras circunstancias) tenemos que construir nuestro lugar en el mundo… satisfacer el sentido de pertenencia se nos hace ineludible…
Será un lugar, serán varios, será grande, ínfimo, estará acá, allá… lo fundamental es que nos albergue, que nos reciba, nos aloje…
Si eso no sucediera creo que nos sentiríamos como vos bien decías: extranjeros en la propia tierra, pasajeros en tránsito…
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